Visita a la Abadía del Sacromonte

El miércoles 30 de abril, los alumnos de Religión del IES El Temple, acompañados por las profesoras Loli, Inma y Tamara han visitado la Abadía del Sacromonte para conocer esta maravilla del patrimonio artístico y religioso de Granada.
El origen de la Abadía está en el descubrimiento de los libros plúmbeos que fueron hallados junto a los restos de los primeros mártires cristianos de la Bética (actual Andalucía), San Cecilio y sus seguidores, que fueron víctimas de la persecución religiosa del emperador romano Nerón.
En recuerdo de ellos, La Abadía fue fundada en 1610 por el arzobispo de Granada, D. Pedro de Castro. Fue la primera universidad privada de España que contó con miembros ilustres del cabildo como Andrés Manjón, José Gras, y los obispos mártires Manuel Medina Olmos y Diego Ventaja Milán.

Además de las Santas Cuevas, visitamos la Iglesia de la Asunción, que alberga al Cristo de los Gitanos (obra de José Risueño) y a María Santísima del Sacromonte, imágenes muy veneradas por los granadinos, que procesionan el Miércoles Santo.


Vimos también la sala de exposición permanente, que reúne obras de incalculable valor, como algunos de los 223 libros plúmbeos encontrados en las Santas Cuevas, la Plataforma de Vico, una tabla flamenca de la Virgen de la Rosa del s. XV (de Gerard David), y dos esculturas barrocas: La Inmaculada (de Duque Cornejo) y La Asunción (atribuida a Torcuato Ruiz del Peral). También dos pinturas, la Coronación de María (de José Risueño) y el Retrato de Francisco Saavedra (de Francisco de Goya), forman parte de esta espectacular colección.
En la sala 3 de la exposición permanente, dedicada a la cultura y la docencia,
encontramos obras como el espléndido incunable de Historia y Geografía de
Hermann Schedel (1493), el manuscrito del Cántico espiritual con anotaciones de San Juan de la Cruz de 1548; dos manuscritos árabes, uno de Averroes y otro de medicina (ambos del s. XII) y otro manuscrito de lexicografía anterior al año 1000, entre otras muchas joyas.


La visita fue amena y sin ninguna incidencia, tomando fotos y bajando después por las bellas calles del Albaicín, el Paseo de los Tristes y Plaza Nueva, donde hicimos un pequeño descanso y tomamos la merienda.
Desde allí caminamos hasta la Plaza de Mariana Pineda y cogimos el bus que nos trajo de nuevo al Instituto, concluyendo esta hermosa visita.
Todos terminamos con el deseo de repetir una experiencia como esta.

Texto de Doña Maria Dolores Moriel

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